
Redacción/ El Mirador QR
París.- Rafael Nadal sumó su 14º triunfo en Roland Garros, con el que acumula 22 títulos de Grand Slam. No fue la mejor final pero sí una de las de más mérito de las 14 que ha disputado Nadal sobre la arcilla de París, porque llegaba a la capital francesa sin apenas rodaje, martirizado por un pie izquierdo que, había advertido, le provoca grandes dolores.
Pero el hambre de mantener en la Philippe Chatrier el cetro que el año pasado le arrebató Djokovic le hizo sobreponerse para buscar añadir un peldaño más al mito que le rodea. Unos meses después de levantar en Melbourne el Abierto de Australia, encadenó los dos primeros grandes del año por vez primera en su vida y aunque suenan los tambores que anuncian pronto el final de su carrera, nadie ya se atreve a enterrarle.
Nadal es superlativo y sólo el físico parece ponerle límites. En otro ejercicio de tesón, se convirtió en el más veterano en levantar la Copa de los Mosqueteros, superando a su compatriota Andrés Gimeno que lo hizo en 1972, con algo menos de 35 años.
Así saltó a la central para afrontar una de las finales más desiguales que se recuerdan, porque enfrente tenía al neófito Ruud, alumno de su academia, el más joven rival que ha afrontado para levantar el título, un meritorio tenista de tierra batida que, a sus 23 años, ronda a base de constancia el top 5. En el final de su mejor torneo se llevó una lección más, marca de la casa, esta pagada por Roland Garros.
El noruego, el primero de su nacionalidad en alcanzar esa fase, apenas tiene armas para arañar el tenis de Nadal y el español no tuvo que escarbar en sus mejores recursos para apuntarse el duelo en tres mangas. Ante la atenta mirada del rey Felipe VI de España y del príncipe heredero Hakon de Noruega, el monarca mantuvo el trono y el aspirante tiene todavía camino por delante para lograrlo.
Amaneció cubierto París, pero sin lluvia, buena noticia para que la derecha de Nadal golpeara con fuerza, apuntando al revés del escandinavo que sobrevivía más mal que bien al envite, atenazado por el escenario y por el evento.
El español fue de menos a más, se empleó a fondo para derrotar en cinco sets al canadiense Felix Auger-Aliassime en octavos, tocó techo para ganar en cuatro a Djokovic en cuartos y se benefició de la retirada por lesión del alemán Alexander Zverev en semifinales.
Ahora, la historia se escribirá fuera de la pista, donde el español prometió contar por dónde se dirige su futuro, condicionado por su físico y tras haber aludido varias veces a que esta puede ser su última participación en Roland Garros.
Con información de EFE
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