
Por Maricarmen Vélez
Cancún.- A partir del primero de diciembre de 2021, las playas de los puntos más concurridos en Quintana Roo, se pintaron de uniformes camaleónicos, armas largas y elementos de la Guardia Nacional denominados parte del Batallón Turístico. Una estrategia emergente lanzada por el Gobierno federal ante el aumento progresista de la inseguridad en la entidad.
El detonante fue un enfrentamiento con armas entre grupos antagónicos del narcotráfico, justo afuera del hotel Hyatt Ziva en Puerto Morelos, que si bien no dejó turistas fallecidos, si la sensación que la guerra entre cárteles se estaba saliendo de control.
Mil 500 elementos se hicieron parte del panorama fotográfico del recuerdo de miles de turistas. ¿Cuándo nos imaginaríamos que necesitaríamos de gente armada para poder disfrutar de nuestras playas?
Ante los ojos del empresariado, el Batallón de Seguridad Turística (BST) de la Guardia Nacional (GN) se ve con buenos ojos, ante los ojos del turista, con un tanto de desagrado e incomodidad. Pero a un mes de su llegada ¿Ha servido? ¿Ha funcionado militarizar las playas de México?
Ante el informe mensual de los logros y avances del Batallón, destacan decomisos de enervantes, armas y drogas, así como detenciones de presuntos criminales. También, 13 personas detenidas por faltas administrativas, aseguramiento de 17 kilogramos de marihuana, la recuperación de una camioneta robada, el aseguramiento de una tortuga. ¿A sus ojos puede ser considerado como actos para alardear, para aplaudir, para presumir?
A consideración, el recuento efectivo de lo logrado debe esperar al menos unos tres meses más para poder saber si está funcionando o no esta decisión. Y no un resumen vacío, deprimente y de pisa y corre.
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