Que la falta de agua -y de presión del vital líquido- continúa en diversas partes de Cancún, como parte de los interminables contratiempos que vive Aguakan y que va en perjuicio de los habitantes.
Y contrario a las primeras ocasiones, cuando las fallas del suministro ocasionaron protestas con bloqueos a calles de la ciudad, hoy no existe pronunciamiento oficial en torno al estatus con Aguakan.
De entrada, uno de los grandes fracasos -y quizás oportunista creación- fue la comisión especializada para el caso Aguakan que conformó el Congreso del estado.
La realidad es que no sesiona periódicamente y tampoco tiene intención de hacerlo, pero, no sólo eso, la XVII Legislatura NO tiene una facultad directa para revocar la concesión. Eso debe quedar claro.
A eso debemos sumarle la pasividad de los Ayuntamientos y el propio Gobierno estatal.
Porque sí, el proceso de rescisión es engorroso y tardado. No es fácil. Pero tampoco existe voluntad política ni compromiso social por atender una necesidad y derecho humano como es el acceso al agua potable.
Mientras la población continúa padeciendo los efectos del mal servicio -sea un efecto directo por las carencias de CFE o no- los personajes políticos siguen en modo silencio y, tal vez, aguardando el momento para usar Aguakan, uuuuna vez más, como bandera política para obtener votos.
¿Habrá algún valiente que sí vele por la ciudadanía?
Al tiempo.
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